LA COMPASIÓN
Compasión no es pena ni lástima. Es amor en acción, algo que todos podemos sentir y ofrecer, si nos dejamos guiar por la voz del alma.
La compasión nos invita a ser sinceros con nosotros mismos y a ofrecernos el amor que creemos que nos falta. Ser compasivo con uno mismo es comprenderse, aceptarse, perdonarse y brindarse ayuda constantemente, en especial cuando llegan las situaciones que más nos cuesta superar o los conflictos.
Ser compasivo con los demás es realizar el mismo ejercicio hacia ellos, cuando muestren su lado más amargo u oscuro. Comprenderlos, aceptarlos, tenderles la mano para ayudarles a recuperar el rumbo o el equilibrio, como haría un buen amigo. En el corazón, todos lo somos, porque la Luz nos hermana. El conflicto surge cuando nos situamos en la mente y vivimos desde ella. La mente no entiende de compasión y con facilidad la confunde con la pena.
Mirar con pena a otro no le ayuda, sino que intensifica su dolor o su estancamiento.
Somos creadores de nuestras vidas con lo que pensamos, hacemos y decimos e influimos en la vida de los demás con nuestros pensamientos, actos y palabras. Mirar con pena a los demás potencia la densidad en la que, tal vez, se hallen inmersos. Mirarles con compasión ejerce un efecto equilibrante, no sólo porque estaremos emitiendo hacia ellos energía de alta vibración, es decir, amor, sino también porque ese mismo amor nos impulsará a ayudarles.
Un gesto amable, una palabra, una acción o, tal vez, un simple pensamiento lleno de bondad despertarán en el que sufre o teme o se pierde una pequeña luz. Su alma resonará con la energía que emitimos hacia él, brillará en su pecho y él sentirá su efecto, como una especie de llamada que le invitará a abrir el corazón. Probablemente se emocionará y le resultará más fácil, de ese modo, conectar con su alma. Puede que decida seguir enroscado en su dolor o en su estancamiento, pero nosotros no le habremos influido negativamente, sino todo lo contrario.
Habremos sembrado una pequeña semilla de luz en su camino, algo que sin duda recordará y le ayudará a dar un paso adelante la próxima vez que alguien vuelva a tratarle con amor.
Como un efecto que se multiplica, la compasión irá sembrando semillas de luz en el camino de muchas personas. Semillas que brotarán cuando llegue el momento, para ayudarles a recordar y a conectar con su alma. Influiremos así activamente, con nuestros actos, pensamientos y palabras cotidianos, en la evolución del conjunto de la humanidad y de la misma Tierra. Siendo nosotros mismos un ejemplo evolutivo, seres que emiten la frecuencia del amor en sus vidas y contagian así a los demás.
La compasión habita en nosotros mismos y no tenemos que hacer nada especial para rescatarla.
Simplemente, atrevernos a escuchar lo que nos aconseja el alma y llevarlo a la práctica.
Fuente: Agartam