SHINRIN-YOKU
Da un paseo de dos horas por el bosque una vez a la semana
Si el médico nos mandara esa receta para nuestros males, pensaríamos que es una broma.
Sin embargo, cada año entre 2,5 y 5 millones de japoneses, afectados por el estrés, la hipertensión y la ansiedad de la vida urbana moderna, acuden a las sesiones de “Terapia del Bosque”
La sesión consiste en unas dos horas de paseo relajado por el bosque, con ejercicios de respiración.
La práctica del Shinrin-yoku o terapia del bosque fue iniciada por la Agencia Forestal de Japón en el año 1982.
Surgió como una iniciativa para darle valor a los bosques, que cubren un 67% de la superficie del país, y al mismo tiempo canalizar la demanda de contacto con la naturaleza por una creciente población urbana sometida a niveles intensos de competencia y estrés.
Se inspiró en las tradiciones sintoístas y budistas que promueven la comunicación con la naturaleza a través de los cinco sentidos.
Con técnicas avanzadas de neurobiología han confirmado que pasear o simplemente estar en un bosque disminuye la actividad del córtex prefrontal, la parte del cerebro donde residen las funciones cognitivas y ejecutivas como planificar, resolver problemas y tomar decisiones.
En cambio, la actividad se desplaza a otras partes del cerebro relacionadas con la emoción, el placer y la empatía. “Por eso sabe mejor la comida en el campo”
Vinculación evolutiva con el bosque
Las sesiones de shinrin-yoku se deben hacer de forma pausada y relajada, exponiéndose con los cinco sentidos al ambiente del bosque. Disfrutando con la vista de los colores y formas de las copas de los árboles. Escuchando el rumor del viento en el follaje, los cantos de los pájaros. Oliendo los aromas, cogiendo alguna hoja de pino, de ciprés, de laurel, de mirto o de alguna planta aromática y aspirando sus esencias. Palpando la suavidad y la textura de un tronco, o deslizando la mano por el musgo mullido que cubre una roca.
Por último, se recomienda saborear un té o una infusión con plantas del bosque durante la sesión.
Nuestras funciones fisiológicas y psicológicas son el resultado de un largo proceso de adaptación a las condiciones naturales; no es de extrañar por tanto que la vida artificial moderna nos produzca estrés y ansiedad.
La práctica del shinrin-yoku surge de una forma natural en Japón. Según Miyasaki, en su cultura la naturaleza es parte de sus mentes y sus cuerpos, y de su filosofía de la vida.
En Occidente, el biólogo Edward O. Wilson acuñó el término “biofilia” para referirse a la afinidad innata que la humanidad siente por los seres vivos. Pero las nuevas tecnologías y la vida urbana cada vez nos apartan más del medio natural.
El psicólogo y educador Richard Louv ha llamado la atención sobre el “desorden por déficit de naturaleza” que está trastornando el comportamiento y desarrollo de los niños urbanos, que crecen en un ambiente artificial.
Los estudios científicos que demuestran los efectos beneficiosos del bosque sobre nuestra fisiología y psicología son poderosos argumentos para restablecer nuestra relación con la naturaleza. El ciudadano del siglo XXI demanda información, evidencias y pruebas. No es suficiente con la defensa romántica del bosque y la naturaleza, al estilo de Thoreau en el siglo XIX.
Tenemos que conservar los bosques y además tenemos que visitarlos con frecuencia porque es bueno para nuestra salud.
Difundir y divulgar las evidencias que muestran los efectos positivos del bosque sobre la salud y el bienestar es una tarea importante.
Pero a la hora de sumergirnos en el bosque y practicar el shinrin-yoku, debemos apagar la tablet o el móvil, “desactivar” el lóbulo frontal y dejar a un lado las preocupaciones del ego, abrir los cinco sentidos y dedicarnos a percibir, disfrutar, respirar hondo y entrar en comunión con la naturaleza.
Fuente: losarbolesinvisibles.com