El Jardín. Una Parábola
LA MEDITACIÓN (III)
Es bueno también – rió convulsivamente – elegir un objeto de meditación importante y con el que disfrute mas. No creo que vayas a tener pereza esta noche.
-Ahora, de vez en cuando, voy a chasquear mis dedos – continuó – y quiero que observes con cuidado tu mente en el instante en que lo haga y me digas dónde está. De esta manera te podré mostrar los otros enemigos de la meditación y cómo batallar contra ellos.
Regresé a mi dulce imagen en la mente, y ella me trajo pensamientos sobre el Jardín que, a su vez, produjeron pensamientos acerca de la hora; era tarde y me pregunté si por la .mañana estaría en condiciones de trabajar en la biblioteca… chasquido.
– ¿Dónde estaba tu mente? – preguntó Kamala Shila.
– Perdí la imagen, empecé a pensar en mi trabajo – dije mansamente.
– Este es el segundo enemigo – dijo -, perder la imagen. Te enganchas a la imagen al familiarizarte con ella, manteniéndola en la mente a menudo y sobre la base de una meditación constante, durante breves pero intensas sesiones a lo largo del día, en que siempre recuerdas el objeto, que está cerca de la mente. Ahora, regresa a la imagen.
Lo hice y, en cierto modo, pude sostener mejor Su maravillosa forma. Mi cuerpo estaba en quietud y el Jardín también. Me sentí bien en la meditación, más cómodo y confiado. Mi respiración era lenta, mi cuerpo estaba relajado, y Ella estaba siempre allí, una borrosa luz dorada … chasquido.
– ¿Cómo es la imagen? – susurró.
– Buena, buena -contesté-. Estoy tranquilo y mi cuerpo cómodo.
– No, no – dijo él con dureza- la imagen.
– Oh – respondí – estaba bien, constante, un poco borrosa…
– Típico – señaló con brusquedad -. Tu meditación ha caído en el espesor, un gran enemigo porque es casi invisible. En su forma extrema es más obvio: te sientes adormecido y empiezas a dar cabezadas. En su forma sutil es un verdadero veneno: te engaña haciéndote creer que tu meditación va bien, cuando en realidad estás en una especie de letargo; muchos meditadores han desperdiciado una buena parte de sus vidas de este modo.
– Así, ¿qué debo hacer – pregunté.
– Reserva un pequeño rincón de tu mente, lo llamamos vigilancia. Déjalo fuera. Enséñale qué aspecto tiene este enemigo; hazle saber los signos que avisan de su llegada y, sobre todo, instrúyele para que haga sonar la alarma que te alerte cuando ese espesor o hundimiento mental venga a drogar tu meditación. Ahora, regresa a Ella.
Quedé un poco sorprendido al darme cuenta de que él conocía mi tema de meditación, pero me instalé de nuevo. Mantuve Su imagen en mi mente y empecé a reflexionar en Su belleza y las muchas lecciones espirituales que Ella me había enseñado aquí, en este lugar. Recordé de modo especial la noche en que Ella, candorosa, había caminado, hacia el agua que se alejaba de la fuente y se había sumergido en ella sin vacilar, vestida sólo con Su pelo dorado; no parecía ordinaria ni sucia, sino que denotaba una ausencia total de deseo y malicia; sencillamente en unión con… chasquido.
– ¿Dónde estaba tu mente? – inquirió Kamala Shila.
– Sumida en buenos pensamientos, pensamientos santos – intenté responder.
– Quizás sean buenos pensamientos, pero si alteran tu meditación, son malos. Te apartaste de la imagen y te fuiste a otro pensamiento y otro lugar y tiempo, hacia algo en lo que te gusta pensar, ¿correcto?
Admití que, efectivamente, era así.
– Este es el enemigo de la agitación mental; es muy poderoso y es el que aparece más a menudo. No es necesario que te diga .más. Usa tu vigilancia, detecta su llegada.
Y ahora quiero advertirte sobre su compañero y el del espesor. Es la pasividad: el fracaso cuando no levantas tu espada al notar que cualquiera de estos dos enemigos ha cruzado el umbral de tu meditación.
» Contra el espesor, inspírate para regresar y engancharte a la imagen con claridad, trabajando primero en el esbozo de la imagen y luego en los detalles del rostro, la mano…
Si el espesor persiste, coloca tu mente en un cielo azul profundo, un cielo azul y brillante, deja que tu mente se transforme en este cielo, bañado de sol; te refrescará, y después regresa. En caso extremo, levántate y mójate la cara con agua fría o túmbate, y si es necesario descansa.
» Contra la agitación, reúne tus pensamientos gentil y suavemente en tu corazón. Busca un silencio más profundo, permanece tranquilo en cuerpo y mente. Ralentiza tu respiración, cuenta de nuevo tu respiración si es necesario y regresa. La meditación es como el vuelo de un gran pájaro en el cielo; mientras está suspendido en el aire a distancia, a nosotros que estamos en el suelo nos parece que se desliza sin esfuerzo. Pero, de hecho, está corrigiendo su vuelo constantemente, ladeándose de una manera cuando cambia el aire y volviéndose a ladear según la dirección del viento.
» La meditación es similar, debes observar continuamente y ajustar, manteniendo la mente entonada como la cuerda de un laúd: ni demasiado tensa ni demasiado floja.
Luego, tras mucha práctica, por fin llegará el momento en que la meditación fluirá suavemente. Será entonces cuando deberás observar al último enemigo: ajustar cuando ajustar no es necesario. Ahora prosigue según te he dicho y vuelve a observar la imagen.
Lo hice, y evoqué Su imagen de nuevo, la imagen verdadera.
La sostuve de modo claro y silencioso, aunque por pocos minutos, hasta que le oí decir a Kamala Shila:
– Está bien. Ahora, el segundo tipo de meditación, que denominamos solucionar problemas. Te daré un problema, enfocas tu mente unipuntualizadamente en él, y tratas de solucionarlo. Es un tipo diferente de meditación que más tarde te será muy útil.
– Haré lo que digas.
– Enfócate seguidamente en algún pequeño suceso de tu historia, quizás un accidente que haya cambiado tu vida, para mejor.
Lo intenté, e inmediatamente pensé en la cazuela, la cazuela que había sido olvidada en la casa de mi madre aquel día festivo de Acción de Gracias, la cazuela que me había llevado hasta Su puerta.
– Considera si realmente fue un accidente o no; si sabemos que fue un accidente, si podemos estar seguros de que lo fuera; si podía haber sido preparado por alguien; y en este caso, por qué alguien lo tendría que haber preparado; cuáles serían los posibles motivos, comunes o sagrados.
Piensa, considera, analiza y, si puedes, concluye.
Pensé profundamente. Si consideraba su efecto posterior en mi vida, el accidente de la cazuela fue, en verdad, muy importante para mí. Siempre asumí que había sido un accidente. De no haberlo sido, parecería probable que alguien, simplemente, hubiera querido que conociera a la chica, y menos probable que alguien pudiera haber sabido que este encuentro se convertiría en la puerta de entrada al sendero del espíritu; si los Iluminados existieran, y si verdaderamente vieran el futuro, tan claramente como ahora vemos el presente, entonces supongo…
Kamala Shila me interrumpió:
– Es tarde, deberías considerar este terna tú mismo.
Aprende ahora el tercer tipo de meditación. Quiero que revises, una tras otra, las etapas que te he enseñado esta noche, desde el momento en que empecé a limpiar el suelo de hierbas. Repasa mentalmente todo el calentamiento, preparar el lugar y tu propio corazón para la meditación, y después revisa los tipos de meditación, así como los enemigos de los que te advertí y el modo de derrotarlos.
» Piensa, por último, en la manera apropiada de finalizar la meditación: imagina una piedra que se lanza al centro de un estanque, y observa las ondas que se prodigan lentamente.
La noche que hemos pasado aquí juntos y .cada una de tus meditaciones son lo mismo. Son un acontecimiento, un acontecimiento sagrado que tiene repercusiones inimaginables; intenta ser consciente de estas ondas, piensa en ellas y reza para que rápidamente se transformen en olas que llevan ayuda y felicidad a cada ser consciente a tu alrededor.
Tal y como me instruyó, empecé la revisión. Se sentó en silencio a mi lado, absorto profundamente en alguna meditación suya. Y después vino a mi mente la última pregunta:
– Pero, ¿en qué debería meditar, maestro Kamala Shila? ¿Qué imagen, dilema o revisión puede responder a las cuestiones de las que hemos hablado?
– Empieza donde siempre debemos empezar – respondió -, imagina a tu Maestro del Corazón ante ti, y deja que su imagen se vuelva perfecta hasta que llegue a ser real. Pídele a Ella Su ayuda, ten fe y quizá – dijo guiñando el ojo – ella vendrá a guiarte.
Preciosas enseñanzas del Gran Meditador Kamala Shila.
Fuente: El Jardín. Una Parábola – Gueshe Michael Roach – Ediciones Amara
Permiso para reproducir este capítulo: Isidro Gordi – Ediciones Amara.