REIKI Y LA ANSIEDAD
Vivir en un estado de ansiedad es una angustia constante. Sientes como que por más que haces para sentirte bien, hay algo que te lo impide.
Sientes como tu mente se dispara a posibles realidades que en el momento presente no están pasando, pero que el solo hecho de pensarlas ya te angustia.
Y lo más duro de todo es que sientes que es algo que no puedes controlar.
Es por ello que el Reiki es tan efectivo. Porque por una parte permite calmar tu mente y que deje de ir hacia el futuro. Y por otra parte, tu cuerpo se va relajando, lo que te permite estar en calma en tu día a día.
¿La causa?
Estar siempre pensando en lo que va a pasar.
Todo tu entorno te lleva a vivir escenarios desconocidos. Pero la realidad es que nunca has controlado nada. Porque al igual que en la naturaleza no hay nada que se pueda controlar.
En el día a día pasa lo mismo. Lo que pasa es que hay que aceptarlo. Y conforme se va aceptando, y se vive más en el momento presente, la ansiedad se va reduciendo.
Las sesiones de reiki, combinadas con otras técnicas para combatir la ansiedad, te ayudarán a reducirla en el menor tiempo posible, e incluso para que puedas utilizarlas en los momentos que sientas que tu ansiedad se empieza a disparar.
Reiki y ansiedad: revisión narrativa de la evidencia.
Se dice de la ansiedad que es una respuesta adaptativa, una herramienta que permite al ser humano adaptarse y sobrellevar los obstáculos que se presentan en su día a día. De este modo, sabemos que es subjetiva e individual, y que surge a partir de un estímulo percibido como una amenaza o situación potencialmente peligrosa. En ocasiones, se manifiesta cuando este incentivo es desconocido para la persona o bien porque su magnitud supera con creces el umbral que puede soportar.
Al ser una respuesta subjetiva, podemos señalar la existencia de personas con cierta predisposición a padecer episodios de ansiedad al percibir infinidad de estímulos como amenazante, y, por el contrario, personas que únicamente padecen la ansiedad en momentos determinados. Esto es la ansiedad de rasgo y la ansiedad situacional, respectivamente. En estos casos, la ansiedad sería fisiológica y propia de la persona.
Por otro lado, existe la ansiedad patológica, generada cuando la alarma es excesiva, persiste durante largo tiempo u ocurre ante un estímulo no amenazante.
Lang (1971), expuso la ansiedad compuesta por tres ámbitos «Teoría tridimensional de la ansiedad».
De este modo, el cuadro sintomatológico puede dividirse en:
- Dimensión cognitiva: hace referencia a emociones y juicios que emite el individuo. Podemos destacar la preocupación, miedo, desconcentración, ideas negativas…
- Dimensión fisiológica: es consecuencia de la activación del sistema nervioso simpático, lo cual ocasiona palpitaciones, aumento de la frecuencia cardíaca, disnea, diaforesis, cefaleas, molestias estomacales…
- Dimensión conductual: muestra temblor, dificultad en la comunicación, paralización, comer o beber demasiado, llanto fácil, gesticulación desmesurada…
A pesar de la certeza de esta perspectiva tridimensional, dado que la ansiedad es un proceso subjetivo, se presentan combinaciones muy variadas de cuadros sintomatológicos.
Cabe destacar que además de presentarse como un trastorno aislado, es frecuente encontrarla asociada a procesos patológicos de cierta gravedad que despierten en el paciente sentimientos de preocupación y miedo al futuro a corto y largo plazo.
Así, según el libro de Diagnósticos Enfermeros, en “Ansiedad” y “Ansiedad ante la muerte” los factores relacionados son: “amenaza de muerte, factores estresantes, amenaza del estatus habitual, anticipación del dolor, anticipación del sufrimiento…”
En definitiva, son ideas que surgen cuando se es diagnosticada una enfermedad o acontece una situación nueva para el paciente y de difícil gestión (cáncer, diabetes, cirugía de emergencia o programada, amputación…)
El tratamiento de la ansiedad depende de cómo se manifiesten los síntomas en el paciente y cuál sea la etiología de la misma; aun así, acudiendo a la Clasificación de Intervenciones de Enfermería, desde nuestra profesión podemos realizar terapia de relajación, disminución de la ansiedad, mejorar el afrontamiento, técnica de relajación, potenciación de la seguridad, entre otras.
Desde una perspectiva multidisciplinar, también es frecuente el uso de terapia farmacológica. Sin embargo, como se ha mencionado con anterioridad, la individualidad caracteriza a la ansiedad, y esto conlleva con frecuencia, el fracaso de los tratamientos tradicionales.
Los pacientes, ante esta frustrante circunstancia, tienden a las terapias alternativas en la búsqueda de alivio. Puesto que el número de terapias alternativas es tan alto como el número de personas que las practican, nos centramos únicamente en una de ellas: el Reiki.